El régimen
de Juan Vicente Gómez (1908/1935) comprende tres etapas: la primera, de 1908 a
1913, ha sido calificada como la consolidación en el poder, debido a que Gómez
utilizó a los liberales amarillos anticastristas y a los nacionalistas como
base de apoyo; la segunda, de 1914 a 1922, se caracteriza por la actuación de
dos presidentes, uno provisional (Victorino Márquez Bustillos) y otro electo
(Gómez), quien nunca toma posesión del cargo; y la tercera, de 1922 a 1935, se
distingue por las reformas constitucionales encaminadas a mantener su hegemonía
político-militar, lo que establece una relación absolutamente instrumental
entre gobernante y Constitución.
Venezuela
se convierte en una República petrolera, se moderniza el ejército, se unifica
el territorio y se crea el Estado-Nación en los términos que hoy conocemos. El
país es "metido en cintura" al precio de persecuciones, prisiones,
asesinatos y exilio de cientos de venezolanos opositores al régimen. Surgen
importantes movimientos intelectuales, se oficializa el pensamiento
positivista, surge la primera literatura nacional con respetabilidad
internacional, y se forma una élite cultural y política que después de 1928
encarnará la más fuerte oposición a Gómez y será la encargada de diseñar el
modelo de sociedad democrática que conoceremos a partir de 1945.
Durante el
largo período de Gómez fueron liquidados los restos de los partidos
tradicionales, conservadores y liberales, que habían motorizado las luchas
políticas en el siglo XIX.
Gómez fue
el quinto de los grandes caudillos que se forman en Venezuela en el siglo XIX.
Después de Páez, de Monagas, de Guzmán y de la tentativa truncada de Crespo de
convertirse en un gran caudillo nacional, Gómez va a realizar de una manera más
completa esta ambición de mando. En los años sucesivos va a gobernar durante 27
años, y en ese largo tiempo no va a perder el poder un sólo momento; lo que va
a concentrar en sus manos hasta que muere en su lecho como Jefe absoluto del
país.
Durante el
régimen gomecista, Venezuela sufre modificaciones; el Estado se afianza bajo
los recursos financieros y ocurre un proceso de descentralización de las
finanzas, también se acometen obras comunicacionales destinadas a dar mayor
fluidez al intercambio comercial interno y a integrar el país con el fin de
controlarlo políticamente.
La entrada
del petróleo en el ámbito nacional fue el hecho que permitió a Gómez permanecer
en el poder durante tantos años, a pesar de que las políticas establecidas
daban una amplia ventaja a las concesiones explotadoras.
Las
primeras concesiones mineras fueron otorgadas para la explotación del asfalto a
venezolanos; posteriormente algunas de ellas fueron ampliadas para la
explotación de petróleo. En los primeros años del gobierno gomecista, numerosas
concesiones fueron entregadas de manera indiscriminada.
La
desigualdad que establecía aquella legislación entre numerosos privilegios de
las concesionarias y los pocos beneficios para la nación constituyó un problema
que en 1917 Gumersindo Torres, titular de fomento, intentó resolver mediante un
profundo análisis de las leyes vigentes y la forma de aplicar las medidas más
idóneas y eficaces para que la nación obtuviera mayores recursos fiscales de
explotación petrolera. La primera recomendación del Ministerio fue no aplicar
la Ley de Minas a la industria de los hidrocarburos por considerar la creciente
importancia de estos en todas las actividades y la elaboración de una
legislación independiente que además estableciera ciertas pautas a las
concesiones para evitar los conflictos entre ellas y definir el espacio de sus
respectivas explotaciones.
Torres
también sugirió, en base a la observación de las políticas de hidrocarburos de
México, que la nación obtenía mayores ingresos por el cobro a las empresas de
los derechos (en diez años estas exoneraciones en el mismo período montan a la
cantidad de Bs. 223.359.426,06) antes que las regalías y los impuestos de
exploración (los impuestos recaudados en el mismo período montan la cantidad de
Bs. 171.952.126,10), argumento razonable en vista de que la mayoría de las
compañías se encontraban en pleno proceso de establecimiento y requerían
importar equipos al país.
En 1918 fue
promulgada la nueva Ley de Minas, con un conjunto de reformas para la
explotación de hidrocarburos con mayor racionalidad.
En los años
1929 y 1933, la industria petrolera se resintió levemente, para luego comenzar
un proceso de recuperación en 1935. Durante la crisis del capitalismo, Gómez
designó de nuevo a Gumersindo Torres de Fomento; este trató de retornar a sus
propósitos pero ante la presión, el dictador lo destituye por segunda vez. De
esta forma quedó de manifiesto como los intereses de las concesionarias;
durante el régimen gomecista, pesaron más que las conveniencias nacionales.
Es también
un hecho innegable que durante el régimen gomecista floreció la actividad
intelectual, si se toma en cuenta que después de la Primera Guerra Mundial se
editaron, nada más en Caracas, cerca de cien distintas publicaciones
periódicas. Por otra parte, destacadas personalidades del mundo del intelectual
y científico del país prestaron su colaboración al Gobierno de Gómez.
La oposición de los estudiantes a
la autocracia, que se había iniciado en la época de Guzmán Blanco, renació
durante la dictadura gomecista y se manifestó en forma de protestas públicas.
Como consecuencia de esta actividad política de los estudiantes, muchos jóvenes
fueron desterrados y la Universidad Central permaneció cerrada por once años.
En 1928 las
protestas y los discursos libertarios, produjeron la detención y el
encarcelamiento de más de doscientos estudiantes. Pero el encarcelamiento de
estudiantes, a su vez desencadenó una ola de protestas de diversos sectores
sociales y de huelgas espontáneas que se mantuvieron por varios días, al cabo de
los cuales la Dictadura tuvo que ceder y dejó en libertad a los jóvenes
universitarios detenidos en el castillo de Puerto Cabello. Este movimiento se
tiene como el primer movimiento de masas exitoso en la historia política del
país.