En las
postrimerías del siglo XIX, Venezuela no está en capacidad de controlar el
potencial disgregador de sus problemas políticos. A la maniobra electoral de
Crespo, que lleva a la presidencia de la República a Ignacio Andrade, se suman
la muerte del mismo Crespo, la debilidad del liberalismo amarillo y una maraña
de descontentos menores. Como agravante, una crisis económica mundial hace caer
los precios y volúmenes de nuestros productos de exportación y se refleja con
fuerza en los estados andinos, cuyos negocios dependen mayormente de las
exportaciones de café.
Tal será el
escenario que le abre a Cipriano Castro el camino de la insurgencia armada. El
23 de mayo de 1899 interrumpe su exilio colombiano, invade el Táchira e inicia
su revolución, acusando a Ignacio Andrade de haber violado la Constitución,
cuya integridad promete restaurar.
ésta,
llamada Invasión de los Sesenta por el número de hombres que cruzó la frontera,
es secundada por contingentes que se le unen en Capacho, procedentes de
Lobatera, Colón, Táriba y Tovar. Con ellos organiza un ejército de 1.500
hombres que conduce en una exitosa campaña hasta Caracas. El Táchira se
incorpora definitivamente a la vida nacional y se inicia la larga saga de
gobernantes andinos.
En 1899,
Castro organizó, junto con Gómez, la Revolución Lib eral Restauradora; dicho
movimiento triunfa y, Castro entra en Caracas el 22 de octubre de 1899,
encargándose de la presidencia hasta el año 1908.
Castro
asumió la Presidencia de la República y, una vez en el poder, no contó con sus
compañeros de invasión, sino que ratificó en sus cargos a algunos de los
ministros del derrocado Presidente Andrade. También incluyó en su gabinete al
ex Presidente Andueza Palacio y a destacados "anduecistas",
traicionando el lema principal de su campaña: "Nuevos hombres, nuevos
ideales, nuevos procedimientos".
Castro debió afrontar una fuerte oposición
nacional e internacional. De 1901 a 1903 estalla la Revolución Libertadora;
también durante esta época afrontó el bloqueo de las costas venezolanas por
parte de Alemania, Inglaterra e Italia; también el movimiento de "La
Aclamación y "La Conjura".
En 1908,
para someterse a una delicada operación deja el poder transitoriamente en manos
de Juan Vicente Gómez; quien el 19 de diciembre de este mismo año, da un Golpe
de Estado para apoderarse del poder. Al verse sin el poder, Castro se va a
convalecer su operación a Madrid, luego París y, finalmente, en Tenerife.
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